Cuando los músculos se someten a esfuerzos acumulan sustancias (ácido láctico) que causan incomodidad, dolor y rigidez. El masaje corporal acelera la eliminación de estas sustancias tóxicas, permitiendo la recuperación de los músculos y articulaciones. El masaje mejora la circulación de la sangre y el flujo de la linfa. Esto ayuda a llevar nutrientes a las células y a eliminar impurezas.
El masaje también aumenta la capacidad de la sangre para transportar oxígeno. Al igual que cuando se realiza ejercicio físico, con el masaje se liberan endorfinas, que producen una sensación de bienestar y ayudan a combatir el dolor. El masaje ayuda a mantener la flexibilidad de los músculos.
También a reducir el estrés. Y puede ser utilizado también para mejorar los estados de ánimo.
El masaje terapéutico es el más interesante, aunque también se realizan modalidades como el masaje estético o relajante. Hay distintos tipos de masaje terapéutico.
El masaje sueco es el más tradicional y se basa en la aplicación de los conocimientos de anatomía y fisiología occidentales. Es la técnica de masaje más empleada en la actualidad.
Las manipulaciones básicas son el effleurage (movimientos largos y deslizantes de la mano sobre la musculatura); el petrissage (movimientos de compresión y estiramiento sobre zonas musculares concretas); el palmoteo o percusión y la vibración.